martes, 29 de abril de 2008

Instrucciones para comprar muebles

Por ejemplo, una mesita ratona para el living. Se consigue una cinta métrica y se mide el largo y el ancho que uno quiere. Después, y esto es importantísimo, hay que colocar hojas de diarios que respeten esas medidas en el mismísimo lugar que ocupará la mesa. Así, una tiene una idea exacta de las dimensiones concretas del mueble (detalle fundamental para alguien que va por la vida teniendo como único uso métrico el “más o menos de acá hasta acá”).
Todo esto lo aprendí hoy a la mañana, cuando me entregaron la famosa mesita que tanto me costó encontrar. El asunto es que desde que decidí comprarla tenía muy claro el modelo: patas torneadas –creo que se les dice así. Yo las dibujo con los dedos y los vendedores entienden-, moldura en los bordes, precio irrisorio. Me llevó meses hasta que finalmente me topé con el señor Alberto, dueño de Muebles BH. El me mandó hacer una como yo quería, me regaló el lustrado y hasta me aconsejó otro tamaño porque con 1,10 de largo iba a ser un armatoste. El sábado fui a verla y había quedado divina. El asunto del barniz no me gustó tanto (le daba un aire a cajón de muertito) pero tampoco era muy grave. Arreglamos la entrega para hoy.
Esta mañana llega la mesita, la coloco delante del sofá y me doy cuenta de que quedó chica hasta lo ridículo. Era como si al living le hubiera salido un grano. Algo así. También había comprado una biblioteca, porque la que tengo es retacona y sólo me entran la mitad de los libros (el resto, junta pelusa en el piso del placard). Total: la nueva es mucho más alta que la otra -cinco estantes contra tres-, pero también más angosta. Entran apenas quince libros más. Antes de comprarla yo había hecho el cálculo: ancho y altura de una contra ídem de la otra, y me pareció que en la nueva entrarían, fácil, casi todos los libros del placard. Se ve que en algún punto de la multiplicación de estantes y libros me perdí. Total: hacía mucho que no me enojaba conmigo misma como esta mañana.
Fui hasta la mueblería. Le expliqué al señor Alberto que todo bárbaro, salvo dos cuestiones: chica, chiquitísima, la mesa y biblioteca angosta. Por suerte, fui breve y precisa, no se me escapó ni un lamento ni una súplica. Nada. Todo fue de lo más ascéptico. “Tengo este problema. ¿Qué se hace en estos casos?”: más o menos así fue mi tono. Alberto, porque a esa altura de la charla ya nos tuteábamos, dijo algo así como que yo y las medidas no nos entendíamos muy bien y enseguida me mostró una mesa. Sí, ése era el largo: 1,10. Después, me llevó frente a otra más. Sí, ese ancho, o un cachito menos: resultó que 60 centímetros. Con la altura fue un poco más dificultoso pero finalmente encontramos otra mesa que nos sirvió de modelo. Alberto levantó el teléfono y encargó: patitas torneadas, moldura en los bordes, medidas exactísimas y sin barniz. Me cambió la biblioteca por una más ancha y pagué la diferencia por eso. Además, me hizo una factura para que yo archive, como hacen las personas ordenadas cuando compran muebles.
Alberto se llama Chattah, tiene la mueblería en Pueyrredón al 1300 y una hija que vive en México. Alberto hace unas cosas lindísimas, sonríe cuando te ve contenta y también recomienda buenas playas. Alberto es lo más. Te rescata del peor de los enojos y de sentirte una incapacitada mental.
Hasta que me entreguen los nuevos muebles voy a seguir con la micromesa y la biblioteca insuficiente en el living. Pero ya no me acusan.

7 comentarios:

ann dijo...

jajaja
menos mal que existen los albertos.
una vez me encapriche con una mesa de palermo "soho" dee sas divinas, toda lustradita y la pedi de un tamaño como para organizar un almuerzo con Mirta legrand.El problema era que mi casa de aquel entonces era una cuchita donde a duras penas entrabamos sin pisotearnos la cabeza..hasta que llegó la mesa!!!
hubo que subirla 13 pisos por escalera, se hizo mierda, porque linda era, pero de utilería, y en estos lugares no hay albertos que valgan, te miran con cara de idiota mientras cuentan los billetitos detras del mostrador.
No se ya en que deposito esta la mesa de utilería.Ahora uso feliz una maciza y hermosa que usaron mis abuelos durante toda su vida.
No habrás comprado más libros entre el cálculo de la biblioteca y la fecha en que te la encargaron???

Anónimo dijo...

te tenes que casar con alberto rana. como sea. te re entendio y te soluciono todo. ahora me da para atras haber desfonfiado de el cuando me contaste que iba a hacerte la mesa pero conbengamos que era raro rana. pero ahora no importa porque encontraste la orma de tu zapato. son tal para cual rana. casamienttttttoooooooooo
besos, lady

Paula Cautiva dijo...

Querida Siesta, te entiendo tan pero tan bien! Qué bueno que los Albertos existen como dice Ann.
Iré a darme una vuelta por su mueblería, necesito una zapatera...

Anónimo dijo...

hay hay hay, siesta sos TREMENDA. Vos sos conciente del tiempo que estas con el tema de la mesa????? JUAAAAAA, Como dicen las chicas: menos mal que EXISTE ALBERTO, asi con caracter sano, tolerante y amoroso, porque otro ya sabes lo que te hubiese dicho y adonde te hibiese mandado.
Aca hay que rescatar lo POSITIVO de esta persona. No todos en el dia de hoy son asi tan considerados, entre el humo, la cristina que se nos cae, que los ministros posibles a renunciar, que el campo, la inflacion y el pobrecillo de lousteau que jugo a ser ministro por unos dias, te topaste con un ANGEL. cREO QUE aLBERTO ES tu ANGEL, no lo dudes. pensalo.
bueno despues nos contas cuando tengas la verdadera mesa...Espero te guste, jajajajajajajajajaj

Siesta escandalosa dijo...

Menos mal que no soy la única que mete así la pata con las mesas, Ann. No sabés lo que me alivia saberlo...

No me lo digas así que me enternezco, Lady.

No dejes de ir, Pau. es un antes y después de Alberto.

Alberto es mi Raúl Rossi, anonimata.

Au drey dijo...

Siesta, vengo poniéndome al día con tu blog, leyendo hacia atrás, y me encuentro con Alberto acá! Sin dudas, un amor de persona. Yo fui a encargar una biblioteca, y como no tenía del tamaño que yo quería, me dio una más grande, regalándome la diferencia de precio.
He mandado a otra gente ahí, y todos quedan felices.

sara dijo...

Esta mañana llega la mesita, la coloco delante del sofá y me doy cuenta de que quedó chica hasta lo ridículo. Era como si al living le hubiera salido un grano. Algo así. También había comprado una biblioteca, porque la que tengo es retacona y sólo me entran la mitad de los libros, te dejo este contenido de utilidad