domingo, 8 de marzo de 2009

El otro Gallo

Era una mala racha. De ésas con muchos accidentes, enfermedades y malos desenlaces. Cada uno hizo lo que pudo. Yo anoté el nombre de un brujo, las instrucciones para llegar a Morón y un sábado a las nueve de la mañana tomé el 166 en Juan B. Justo y Paraguay. Después, en provincia, me subí a otro colectivo más. El brujo atendía en el último local de una galería comercial tan oscura como olvidable. No me espanté demasiado; me parece que, a veces, las intenciones diseñan sus propias geografías.

El negocio, en realidad, era una santería. Una señora de polera y rodete estaba sentada al lado de una caja registradora; delante de ella, en un cuaderno con espiral, estaba anotada la lista de los que habíamos sacado turno. Ella tachaba los nombres y el horario a medida que íbamos llegando; no lo hacía una simple línea, sino que dibujaba una equis por encima. No me gustó el énfasis, pero no le dije nada porque qué sé yo cómo se protesta algo así.  Ahí adentro hacía más frío que en la calle. Sólo había una silla y estaba ocupada por una nena muy gorda, así que me quedé parada al lado de una vitrina llena de imágenes religiosas. Al lado de las estatuitas y almanaques de San Jorge, la Desatanudos y San Expedito, también había velas de todos colores, una cunita hecha en piolín y un gallo disecado. La verdad es que  la macumba no estaba en mis planes; volví a la caja y le pregunté a la polerona si faltaba mucho para que me atienda el pai. Por un momento, tuve ganas de que me contestara “un ratito, nomás”, así podía abandonar todo eso y volver a mi departamento bien calefaccionado. Pero ella me miró con una expresión muy parecida a la que ponen las tortugas frente a una hoja de lechuga, y me contestó que Sergio no era pai. Dijo Sergio o a lo mejor, Claudio. No me acuerdo. En ese momento, se abrió una puerta que estaba detrás de la polerona y por ahí salió una versión más obesa de la nena. La señora lloraba. No tuve mucho tiempo para conmoverme, porque la polerona hizo un gesto con la cabeza, señalando el otro cuarto. Pasé.

Adentro estaba Sergio o Claudio. Tenía jeans, un buzo polar verde  y un rosario de plástico blanco colgado del cuello. Debía ser más o menos de mi edad y aunque a lo mejor en ese momento no lo pensé, ahora sí me pregunto cómo uno llega a convertirse en alguien así. Porque la cara me era familiar. No había cuadros ni imágenes en las paredes, sólo dos sillas. Me habían dicho que era una persona amable; en realidad, lo describieron como “muy dulce”, pero parece que yo lo había agarrado en un día medio alimonado, porque no sonrió ni nada parecido. Me miró fijo y tendió la mano. Capaz que había que estrechársela, pero me pareció más prudente entregarle las fotos que había llevado. Casi ni les prestó atención; les pasó la mano, las puso a un costado y empezó a hablar de mí. Dijo cosas más bien amenazantes, como la necesidad de una protección especial, y además mencionó a una traición acechando, a San Jorge y a Yemanjá. Yo asentía de vez en cuando, como para no parecer demasiado escéptica, pero lo único que realmente me preocupaba era descubrir de dónde lo conocía. Porque yo había escuchado antes esa voz. Pero ni siquiera hoy lo sé. No me aceptó la plata. Cuando me estaba yendo, preguntó:

-¿Seguís viviendo en la calle Gallo?
Hacía dos años que me había mudado de ahí, pero le dije que no sabía de qué me hablaba. De pronto, no quise saberlo.

 

 

23 comentarios:

EmmaPeel dijo...

Mundo Carilina, me encantó como la contaste

Una vez, hace muuuuucho, hice un recorrido similar. La señora era gordísima y te atendía en la habitación de servicio del quincho que tenía en el fondo de su casa, al que llegabas después de sortear 5 perros y dos imágenes de San Jorge tamaño natural.

Después de hablar por los menos una hora sin parar (no recuerdo casi nada) me dijo "te parecés mucho a una clienta bla bla"

La clienta resultó ser la ex mujer del que por entonces era el señor de mis desvelos. Según la gorda eramos gemelas separadas al nacer, salí corriendo.

(lo único que quedó claro: el mushasho en cuestión era firme en sus gustos)

{ maría } dijo...

jajaja, buenisimo

superstición? cómo se dice? desesperación? interrogantes? soledad?
uno a qué va a esos lugares?

fed dijo...

No entiendo porque le molesta que tachen nombres con una cruz, en todo caso usted va y dice

"por qué no evita hacer una cruz sobre la gente que va pasando, y prueba hacerles una simple línea en vez de"

luego le mira un poco a los ojos y se retira sin esperar respuesta.

Lo que no cuenta es cómo hace una persona para estar tan mal que es hasta capaz de ir a morón, lugar por demás intransitable.

Usted tendrá sus razones, imagino.

Protervo dijo...

lindo y freaky.

Au drey dijo...

"Las intenciones diseñan sus propias geometrías". Siesta, me voy a armar un libro con tus sentencias, me encantan.
Lindo, lindo relato.

¡Jotapé! dijo...

Compañero de la escuela/liceo; ¿quizás?

(en AR "liceo" se dice "secundario" y creo que a "escuela" la dicen más bien "colegio", pero igual "colegio" acá también se usa)

No me imaginaría tener un compañero de escuela/colegio/liceo/secundario que termine en esa. Un conocido tiene una compañera de liceo a la cuál redescubrió "actuando" en un filme de esos que llevan tres x. Maravilloso.

Saludos a todos los mundos.

Siesta escandalosa dijo...

Eso sí que es el espanto, Emma.

Cuando no podés hacer nada lógico para resolver algo que te parece ilógico aparecen estas cosas, María.

Estoy tratando de memorizar el comment, federicuá, por si alguna vez me cruzo con otra crucificadora.
No sé si había razones, pero motivos, créame que sí.

Gracias, Protervo!

Jua, Meki!

Mi colegio era todo de nenas y el brujo no parecía muy female que digamos, Jotapé. Si descubro que alguna compañera terminó de actriz porno, vuelvo corriendo a las reuniones de egresadas.

Anónimo dijo...

Esta bien que el comentario de meki sea lo que es.
Pero responderle:

Jua, Meki!


Es lo mas cruel que lei en mi vida.

Anonimo 4 ever.

Siesta escandalosa dijo...

A mí me encantó el comentario de Meki. Pero tenés razón, debería haber contestado: JAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Abrujandra dijo...

La credibilidad mágica, lo fantástico siempre nos puede. Fabuloso el relato. Lo de Emma raya la locura, también hubiera salido corriendo.

Any dijo...

Chan! Me gustó tu relato, nunca fuí a un lugar de esos, soy recontra cagona, prefiero que lo bueno o lo malo llegue de sorpresa.
saludos

Jirafas dijo...

chan!
y, qué pasó con la macumba? dio resultados?

Anónimo dijo...

Siesta: el silencio mekiano demuestra el dolor por tu risa.
Para ella, el infierno es eso. que se le rian en publico.

sigo Anonimo

Anónimo dijo...

Meki iba en el auto con La Señora?
Leyeroon el diario?

Siesta escandalosa dijo...

Me gustó lo de la credibilidda mágica, Alejandra. Le da vuelo al desasosiego o lo que sea que empuje a un brujo.

Lo tuyo es de lo más sabio, Any. A mí me pueden la curiosidad y también las malas rachas.

Na, Jirafas. Como siempre, todo siguió hasta que se acabó.

Yo creo que el infierno debe ser algo más emocionante, con muchos sonidos, bebidas y colores. Y al otro día te olvidás y volvés a empezar. De vez en cuando, querés algo y no podés. Eso debe ser.

Por qué es señora con mayúscula?

Nadie Nunca Nada.- dijo...

Muy bueno.
No hay que visitar brujos. Te condicionan la existencia sin importar qué digan, si es verso o le pegaron o vaya uno a saber...
Mejor la intriga.
Saludos.-

Anónimo dijo...

nadie nada nunca, sos mi nuevo filosofo contemporaneo.

Siesta escandalosa dijo...

A cuánto cotizamos la consulta NNN?

Julieta dijo...

Una tía tuvo un encuentro así pero en una especie de carnicería y tampoco el hombre quiso aceptar plata.
Gracias por llevarme siempre de paseo! Tus descripciones son siempre reales e interesantes!
Un fuerte abrazo Siesta!

EmmaPeel dijo...

El de Julieta te leía el futuro en la bola de lomo


ya tengo nuevo personaje para la sit com: el carnicero vidente

EmmaPeel dijo...

Ladyta dónde anda?

Abrujandra dijo...

Una doctora conocida se embarazó y no sé qué vieja le dijo que si miraba fijo a un nene/a con síndrome de down el bebé también iba a nacer así. En una consulta recibe a una paciente con su hijita con down, se quedó mirándola fijo y espantada por el temor que su bebé naciera así.
Recuerdo que me dijo "yo soy doctora, sé que eso no puede ocurrir, pero que me agarró miedo, me agarró", basándome en eso es que en realidad uno siempre se deja arrastrar por eso cuando el mundo real no te da las respuestas que querés escuchar o al menos una respuesta.
Obviamente te hablo desde mi experiencia, que más de una vez estuve sentada esperando mi turno para ver a algún brujo.
Besos diosa.

Siesta escandalosa dijo...

Creí que la videncia se le daba más a los polleros, pero en carnicero también garpa, Julieta.

Y Justa debería ser su clienta, Emma. La historia se va engarzando solita.

Andaba por Baires el finde.

No sabía eso de los downs, Abrujandra. Si la realidad te sacude, lo irracional te tira de las patas.