miércoles, 4 de junio de 2008

Visitas

De la cárcel no me acuerdo mucho. Ya se sabe que es terrible y entonces nada te agarra muy desprevenida. Lo que sí me sorprendió es que aceptara recibirme, porque no nos conocíamos. Llegué a un patio que era como el gimnasio de mi escuela, después de que lo techaran: medio oscuro y lleno de ruidos. Al rato apareció ella, en silla de ruedas, con batón matelassé y pantuflas. Llegó sonriente pero cuando le dije por qué estaba ahí, empezó a decirme cosas feas. Y tenía razón. Después se calmó y hasta llorisqueó un poco. Me contó que la habían operado, que todavía sangraba y que había creído que me mandaban los del estudio jurídico. Parecía muy enojada cuando repitió que yo la había engañado. Pero enseguida volvió a suavizarse y pidió que le comprara algodón, papel higiénico, facturas con crema pastelera por encima, bizcochitos y milanesas. Se la notaba golosa. Salí del lugar, fui a un mercadito que quedaba en el centro y volví a entrar a la cárcel con un paquetón. Ella seguía en el patio. Esta vez me saludó por mi nombre y le comentó a la guardia que yo era su amiga más jovencita. Me hizo memorizar el número de teléfono de un familiar, quería que lo llamara y le contara cómo la había visto. Cuando se despidió, dijo: “¿Sabés lo que más extraño? La torta pascualina”. Esa fue la primera vez que estuve con Yiya Murano.
El otro fin de semana volví a Ezeiza y lo hice durante algunos meses más. Casi siempre fue por trabajo. Pero también me ponía contenta el entusiasmo con que ella revisaba la comida que le llevaba. Le convidaba a otras presas, a las que llamaba “mis compañeras”. Creo que le tenían cariño o algo así. Es que ella era muy piropeadora, capaz de elogiarle la cintura a un redondel, y a veces eso se necesita mucho.
A Yiya le gustaba mencionar nombres de confiterías que ya no existían y también los de algunos amantes que había tenido. Parecía más joven cuando hablaba de esto. Estiraba el cuello, se pasaba las manos por la pollera espigada, como si la planchara, y decía: “Tuve una vida de muchos lujos”. Cuando todavía no se usaba la palabra spa, una vez definió a la cárcel como un club, pero al rato se puso a llorar y dijo que no se lo merecía. Nunca pude creerle.
El último domingo que fui a verla le conté que había renunciado al trabajo para irme a Europa. Ella me pidió que le mande “una de esas tarjetas de españolitas con volados”. Le dije que sí, aunque no entendí muy bien de qué me hablaba. Un mediodía, en un estanco de Madrid, encontré una postal que tenía dibujada una gallega, con castañuelas en miniatura y encajes pegados en la pollera. Me gustaría acordarme de la frase que le escribí.
Hace un par de años volví a ver a Yiya. Me estaba esperando en el hall del lugar donde yo trabajaba, para espanto de las recepcionistas. Nos abrazamos: al fin y al cabo era un reencuentro. Dijo que siempre se acordaba de que mi mamá se llamaba igual que ella. Me contó que había vuelto a casarse y despotricó mucho contra el capítulo de Mujeres Asesinas donde mostraron su historia. La verdad es que Yiya había ido a buscarme porque necesitaba un favor. Le pregunté si había recibido la postal de España y creo que mintió cuando contestó que sí, porque enseguida cambió de tema. Después, me convidó con un caramelo de miel.

18 comentarios:

EmmaPeel dijo...

Digame que no se tomaron un tecito, Siesta

EmmaPeel dijo...

Y lo del "Casi siempre" era por trabajo, me encantó

ann dijo...

Siempre me cayó bien la Yiya Murano...hermosa historia, le pudiste hacer el favor????

Anónimo dijo...

Un actor malvado, M.M., de sobrenombre Coco, me llamó Yiya durante largos años. Y más allá del chiste, de niña me llamaban Yayi. Y más allá de todo lo anterior y mientras te escribo, aparece Yiya en Bendita TV.
No lo puedo creer!!!!

Anónimo dijo...

El otro día le llevó una bandejta de masas finas a mirta legrand. Le pidió, le rogó en cámara que se comiera una. La cara de miedo, de terror más bien, que puso mirta al tragarse una es realmente indescriptible.

Jirafas dijo...

quremos tanto a yiya...
nice story
besos

Una L dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
a dijo...

siesta
siesta
que buena oda y onda.que es una oda?oda nara?
cariños
a

Siesta escandalosa dijo...

No le digo, entonces, Emma.

En serio, Ann? Qué loco. Yo rescato los crímenes rápidos y sin enchastre. Y sí, pude hacérselo.

Qué le hiciste a Coco, Emeygriega? Porque hay que ganarse algunos apodos... Otra vez Yiya al ruedo? My God.

La imagino, compotadeesperas.

Hola, Jirafas! Hay que ver las pasiones que despierta tu blog

Prefiero a las hermanas Attias, A.

Anónimo dijo...

que loco siesta la historia que contaste con la YIYA, obvio que sabia y OBVIO que me habia olvidado, son estos aires que se borran a veces muchas cosas hasta que las rescatas. pero viste que situacion tan extraña es la de ir a la carcel? pasas por cosas locas y raras y ves personajes tipo como fauna, todas especies raras y si te detenes en cada uno es inevitable pensar en que paso en sus vidas.
Yo tuve una experiencia de una especie de entrevista, no formal en la carcel de devoto cuando fui a ver a un ex lider el erp y no me olvido mas de todo lo vivido alli.
experiencias que una va sumando en su vida!
me intriga saber que favor te pidio la YIYA!

Anónimo dijo...

Yiya dijo:

"El favor que yo te pido
es un favor muy sencillo
que me prestes el fundillo
tras del que ando un tiempo ha"

fed dijo...

Hola siesta, gracias por los elogios dejados. Me ha gustado el texto, lamentablemente desconozco la historia de yiya, y a pesar de ello y gracias a las cuestiones del cosmos ya la he condenado, asi que lei el texto sabiendo que no me interesaría en lo más mínimo saber de yiya. No sé si me comprende, en todo caso si lo he leido entero es porque me encanta su prosa.

Es un verdadero deleite.

Besos,

federicus

Siesta escandalosa dijo...

Sí, es raro ir de visita a la cárcel. Igual que a un loquero (Uy. Me hiciste acordar de eso).


Menos mal que todavía quedan poetas, Perico.

Lo mismo me pasó con lo de la gloria argentina de tu blog, Federicus. Y qué bueno está Amalgamando el Silencio.

Julieta dijo...

'capaz de elogiarle la cintura a un redondel'

Lo leí de un tirón! Me encantó.

Al borde de la locura estamos toditos todos. Al borde nomás.

Un abrazo!

Siesta escandalosa dijo...

Capaz que la locura es la otra orilla, Julieta. Beso

Anónimo dijo...

de esta ya sabia y tambien te conosco otras que mamma mia rana. no se si yo podria. hay que tener algo. una ves lo hablamos te acordas? no era sangre de pato era otra cosa. rana que era????????????

Anónimo dijo...

arriba soy yo.
besos, lady

Siesta escandalosa dijo...

No me acuerdo, Ladyta. Supongo que se trata de ir a conocer y para eso hay que olvidarse por un rato, al menos, de la condena. Ahora, lo que no entiendo es qué pasa con la sangre del pato.