sábado, 25 de julio de 2009

Lo que no se olvida

No le tengo paciencia a las peleas. Será que tengo un enojo raro. Casi todos son toros: arremeten con resoplidos y cornadas, tan colorados e irracionales que dan ganas de una media verónica. El mío, no. Es un globo que sale de la panza, un poco más arriba del ombligo, y sube hasta los ojos. Cuando me enojo pienso mucho y escucho poco: lo suficiente. Total, siempre hay un ladrillo más o menos cerca.

En la época de Cámpora, las sobremesas familiares eran bravas. Un mediodía, en Pilar, dos de mis tíos empezaron a discutir con el vermut, y todavía seguían haciéndolo cuando a los más chicos nos mandaron levantar los platos de postre y colocar la felpa verde arriba del mantel, para jugar a las cartas. Cuando Leber golpeó la mesa con el puño, Joaquín no dijo nada. Se levantó y fue caminando hasta la entrada del campo. Yo lo seguí. Nos sentamos a la sombra, cerca del Rambler Classic de Leber. Cuando nos cansamos de estar en silencio, me enseñó a silbar. Nos reímos bastante hasta que finalmente lo logré. Antes de volver con los otros, Joaquín agarró un ladrillo que estaba junto a la tranquera y lo tiró contra el parabrisas del auto. Más tarde, ganó dos veces el pozo.

13 comentarios:

EmmaPeel dijo...

Cómo olvidarlo (estamos trabalhando la poética del potro)


me gustan estos, Siest, ya le dije no?

Au drey dijo...

El golpe cocinado a fuego lento de Joaquín, genial.
Aprendiste a silbar! Cuando nos veamos, me hacés demostración?

Gesi dijo...

Pero si nos peleáramos, un suponer, ¿me tirarías un ladrillo como primo o me silbarías con cara de rajá de acá? Para saber.

¡Jotapé! dijo...

Una parentela de ladrillos tomar. Me gustó.

Santa Clara dijo...

Se te infla la panza hasta llegar a los ojos? Enojos raros si los hay.
Saludos escandalosa!

Siesta escandalosa dijo...

Yo te insisto con "No me arrepiento". En breve: gran chow gran, Comandis.

Como casi todo lo aprendido, Meki, fue oportunamente olvidado. Pero te improviso, eh. Dale.

Pondría cara de "yo no te peleo" y después... andá a saber. Cosas de la vida, Gesi. Por qué no puedo comentadearte?

Es que era la rama italo/suiza de la familia, jotapé.

Lo que se infla es el enojo, Santa Clara, y sigue su curso.

a dijo...

mi enojo es frio, esta poblado de frases tipo: " una persona normal en tu lugar ya se habria suicidado"

" reflexiona y suicidate"

que se yo.
que nihilista este tipo, cambio ladrillo por puñetazo en mesa, si le daban un sopapo que hacia? le degollaba la familia, n?

cariños
a

Julieta dijo...

yo tarde muchísimo tiempo para que de mi boca saliera algo parecido a un silbido. ¡Qué lindo cuando se logra! jajaj También recuerdo a la persona.

¡Salú, Siesta!

Abrujandra dijo...

Qué lamentable lo mío, me enojo onda pecado capital...iracunda, digo cualquiera, después me quiero matar. Deberé laburar sobre eso porque quedo tirada después. No me enojo seguido eso sí.
Fascinante tu enojo.
El ladrillo es lo más.
Aprender a silbar, más todavía.
Besos de...ya hice la tarea.

Tommy Barban dijo...

A mí los enojos no me duran. Es lo que se dice un defecto con suerte.

fed dijo...

Hablando de ladrillos, he vuelto al ruedo siest,

de más está decir que su visita será un verdadero honor y sobre todo un placer.

Arroz Integral

Besotes grandes!

fed.

Nadie Nunca Nada.- dijo...

Me encantó. Lo vi todo.
Reviví, siesta! despertate que llegó la gente!
Saludos.-

Siesta escandalosa dijo...

Algo de eso hubo, a.

Los maestros de silbido merecen recuerdo. Salú, Juliet.

Me gustan los enojos toros: son de lo más vitales y previscibles. Yo que vos no lo trabajaría, Abrujandra.

Una reacción es un defecto, TB?

Ya mismo paso a chusmear, federicuá.

Es que hace fiaca, NNN.