domingo, 8 de febrero de 2009

Fragmentos de nosotros

En algún año, Víctor Juan G. fue presidente del Consejo Nacional de Educación. Un día apareció por su despacho Alfredo Palacios, para pedirle que nombre como bibliotecaria a una conocida suya.
-Por supuesto. Dígale que venga a verme de su parte. Y que no se olvide de traer el título.
-No hay título, G. Me extraña.
-A mí me extraña más que a usted. Porque a mis queridas siempre las mantuve yo.
La charla terminó con Víctor Juan G. retando a duelo a Palacios. Esa fue la primera vez que se enfrentaron. Después, hubo otras.
Víctor Juan G. era primer diputado nacional por el radicalismo y presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda cuando se suicidó. Estaba siendo investigado por la venta de los terrenos fiscales de El Palomar, donde hubo sobornos. Uno de ellos, librado a nombre de Víctor Juan G., había sido cobrado por una tal Ana Gómez. En ese entonces, Palacios era el Secretario de la Comisión Investigadora Parlamentaria.
Ana Gómez, en realidad, era hija de Ferrarotti, otro diputado radical que había dado refugio en su casa a Víctor Juan G. cuando escapaba de la represión de Uriburu. Así fue como ella lo conoció y se convirtió en amante de él, que era 30 años mayor y estaba casado. Dicen que tuvieron dos hijos. Parece que fue Ana quien se quedó con los $6000 en títulos. Era una suma muy tonta para un hombre que tenía un Rolls Royce que nunca usaba y que había contratado al conde de Chikoff como mayordomo. A Gregorio Godoy, de Presupuesto y Hacienda, le habían tocado $300.000. Según contó Ricardo Balbín años más tarde, parece que Víctor Juan G. era presidenciable y no se llevaba muy bien ni con los conservadores ni con los socialistas. Y ni hablar de los militares. Era una tentación fácil sacarlo del medio.
Víctor Juan G. se pegó un tiro el 23 de agosto de 1940, en su escritorio de la calle Cangallo. En la primera página de una Biblia había escrito “Perdón”. La palabra quedó salpicada con sangre. También había subrayado la frase de Homero con la que había finalizado Paralelo 55, el libro donde contaba sus días como preso político en la cárcel de Ushuaia: “Feliz quien, como Ulises, ha hecho un bello viaje”.
Víctor Juan G. era mi abuelo paterno.
Después de su muerte, su hijo mayor, Carlos Federico, se fue por dos años a Europa. Lo decidió cuando en el Jockey Club de Buenos Aires le dijeron que, por un tiempo, era preferible que los G. no se dejaran ver por ahí. O a lo mejor quiso tomar distancia de la última charla con su papá. Una semana antes de suicidarse, durante un almuerzo, Víctor Juan le había comentado que un conocido suyo había intentado matarse de un tiro y que había fallado. Carlos Federico, que era un estudiante de Medicina con 10 de promedio, no pudo evitarlo: explicó la manera infalible de hacerlo.
María Lucrecia, la hija del medio, se dedicó durante más de dos décadas a rechazar candidatos. Uno por uno, enamoró a casi todos los de la Guía Azul. Finalmente, a los 40 y pico se casó con un Quesada Casares, un viudo que le llevaba casi 30 años. Los hijos de él hicieron una división de patrimonio y le entregaron su parte de los bienes. Con ese dinero vivieron algunos años en Europa; cuando se acabó, volvieron a Buenos Aires y se instalaron en el Claridge. A veces llevaba a sus sobrinos a tomar ahí el té.
Horacio, el hijo menor, era mi papá. Tenía 17 años cuando murió mi abuelo. Los amigos de Víctor Juan lo incorporaron a sus salidas y parece que ahí empezó a tomar mucho. Era muy enamoradizo, tuvo tantas novias como amores. Sé que mamá no fue la última, aunque se casó con ella. Cuando lo internaron tenía 44; le dijo a Carlos Federico: “Si salgo de ésta, sólo voy a tomar agua”. Pero no salió. Mamá contrató los servicios de Perissé Laffue, se puso un vestido Ricci y, cuando el sepelio estaba por terminar, le avisó a Carlos Federico: “Háganse cargo de todo esto, porque yo ya no tengo un peso”.
Mi prima, que me contó estas cosas, dice que todos los G. somos unos románticos envueltos en frases ácidas. Habrá que ver.

18 comentarios:

fed dijo...

Los radicales aparentemente le tienen mucho aprecio a su abuelo.

Habrá que verlo.

Besote grande,

fed.

Au drey dijo...

Otro capítulo de la novela familiar. Tiene todos los elementos para atrapar al público, Siesta. Me encanta!

Nelson dijo...

Jaja, siesta, siesta, creo que este blog no es más que un divertimento para ti. Las verdaderas cosas las guardas para ti, y solo nos muestras un poquito de tu talento, a dosis mínimas como ésta.
Por otro lado, eres una romántica, de eso no hay duda, creo yo.

Nelson dijo...

Oigame siesta, sigo sin dormir bien, así que no me dé mucha bola.

Siesta escandalosa dijo...

Mire usted, federicuá. Pensé que ya no existían más los radicales. Fridrik me suena con fondo de Chopin.

Con tanto nombre compuesto, no da para menos que Televisa o Univisión, Meki.

No me había puesto a pensar en lo que era este blog, HDN. Pero seguro que es un ejercicio divertido. Creo que acá hay bastante de mí. Es lindo pensarme romántica.

Le doy la bola que se merece, HDN.

EmmaPeel dijo...

UY Siest me encantó la saga G.

Y si, como Mekiña opino que está para novel{on (hagamos casting)

besotes tres mishón

Nelson dijo...

Siesta, ahora que lo leí por segunda vez, muy bueno lo suyo.

Anónimo dijo...

La Casa Chica, las queridas..que bonitos tiempos.
cariños
A

Nadie Nunca Nada.- dijo...

Románticos envueltos en frases ácidas. Tal vez hasta seamos hermanos.
Saludos, buena siesta.-

Siesta escandalosa dijo...

Casting, Emma? Uy.

Gracias primeras y segundas, HDN.

Para estar acorde: preciosos, A.

Seguramente, primos. Enternecedora la imagen, NNN.

Anónimo dijo...

En toda familia de un suicidado (o suicida cumplidor) queda el romántico gustillo del amasijo como práctica deportiva.
En mi caso, además de la desgracia familiar, fue Heidi la responsable de haberme enfrentado con los primeros frescores de próstata.

El amigo de Pau dijo...

Puta madre, tengo que decirte otra vez que me encantó. Me aburro a mí mismo, pero es así. Qué bueno.

Siesta escandalosa dijo...

Heidi? Un estímulo tan original como el del amasije, Fulvio.

El puta madre redime, ¿Bruno?

Mari Pops dijo...

que bien escrito, va rapido hay buena estirpe y personajes salados para mas paginas, me entiende, no?

enhorabuena

{ maría } dijo...

mierda, qué fuertongo. me encanta. quiero más , más detalles por favor!
se ve que si, soñadora y romántica

Siesta escandalosa dijo...

Entiendo, marypops. Gracias!

Hola, María. Más detalles? Cuando los sepa, seguro.

Anónimo dijo...

yo te voy a retar rana porqwue mira que sos eh que escribis cosas asi y no queres haser nada cone so. pero yo te voy a seguir disiendo hasta que lo hagamos. ahora ya se de donde saliste asi de bianuda y rea como sos. quiero mas de los GGGGGGGGGGGGGGGGGG!!!!!!!!!!!!!! no me hagas renegar rana
beso, lady

Cine Braille dijo...

¿Te puedo hacer una pregunta con respecto a este tema? Te paso mi email: cinebraille@yahoo.com.ar
Gracias y saludos