domingo, 2 de noviembre de 2008

Revancha

Una tarde, en el jardín de infantes, la maestra nos entregó a cada nena una hoja canson, con el dibujo de un tigre dentro de una jaula. La tarea era simple: teníamos que coser con lana los barrotes. Aunque me esmeré, no conseguí que mis puntadas quedaran derechas. Andrea, una nena que se sentaba a mi lado, no tardó en llamar la atención del resto de la clase sobre mi bordado. Inmediatamente tuve a todas mis compañeras alrededor, riéndose de mi desprolijidad.
Andrea se ubicaba delante de mí en la fila que hacíamos al entrar o al salir de la salita. A partir de ese día, cada mañana tironeaba de uno de los moños azules que sostenían sus dos colitas, hasta que lograba desarmárselo. Al principio, ella sólo protestó; desde atrás, yo me burlaba: “Ña, ña, ña, Andreita”, le decía en voz baja. A la tercera o cuarta vez que lo hice, se largó a llorar. La señorita Susana se ocupó de consolarla y castigarme. Todas las nenas entraron al aula, pero a mí me obligaron a quedarme en el patio, “recapacitando”.
Estuve un largo rato jugando en las hamacas. Cuando se largó a llover, una monja que pasaba por la galería me llamó. Era joven, sonreía mucho y se llamaba María Inés. Me llevó hasta la sacristía, donde me hizo sacar el delantal mojado y contarle por qué no estaba en clase. Después de escucharlo todo, me pidió que no me mueva del cuartito y se fue. Al rato, volvió con un chanchito de yeso, vestido de marinero, que me regaló. El muñeco era enorme y pesadísimo, muy parecido a uno de los tres de la película de Disney. También era una alcancía: las monedas entraban por una hendidura que tenía en la gorra.
La hermana María Inés me acompañó de vuelta al aula, donde entré con mi chancho entre los brazos. Me ubiqué en mi mesita, sin hablar con nadie. Había cierto revuelo en la clase, porque la maestra había salido a buscarme. Cuando volvió, la hermana María Inés y ella estuvieron hablando afuera.
En el último recreo, todas salimos al patio para jugar a saltar los charcos. Como siempre, delante de mí estaba Andrea. Entonces, cuando ví que tomaba impulso, la empujé. Volví a casa con el chancho envuelto con un trapo manchado con agua sucia y sangre: era el delantal de Andrea. En una notita dirigida a mi mamá, explicaban que yo tenía que lavarlo, como castigo.

25 comentarios:

Mercadito de barrio dijo...

siesta, te escribí a la dirección de mail del blog. esa la usas?

Anónimo dijo...

coomo te quiero cuando contas cosas asi rana porque como que te veo y eras igual que ahora porque yo salto al toque pero vos sos demiedo. y ensima te mandaron lavar justo a vos jjjuuuuuuaaaaaa. contamne mas de cuando eras chica ranita dakle no seas mala que como me encanta
beso, lady

Au drey dijo...

¿En jardín de infantes ya pretendían que hicieras algo tan complejo como bordar? Tendrías que haber tirado a la maestra al charco, o revolearle el chancho por la cabeza.
¡Mencantó! Besos.

Anónimo dijo...

hola chiiiiicaaaassss! ahora si las saludo porque ya le dije todso a la rana que ayer me aviso de tu cuento y lo lei es tan copado. despues arreglamos porque el finde te secuestro y no empeses con lo del trabajo rana porque aca tanbien podes y asi saludas a tu parentela. una la palmo pero no sabemos cual asi que desimos que era prima politica jjjjuuuuuaaaaaa
beso, lady

EmmaPeel dijo...

Siesta estos relatos de infancia me pueden, te veo ahí luchando con las lanitas y la perfecta Andrea (porque todos tuvimos una)

Besos y mis respetos a ladyta que ya se la extrañaba!

fed dijo...

ahora yo me pregunto, todo esto porque andreita se mofó de usted? No era acaso completamente cierto que usted bordaba como el culo?

Creo que lo del bordado fue sólo una excusa, andreita tenía los días contados...

no, no es revancha... usted se dispara hacia la estratósfera por un simple bordado.

"ña ña ña, siest"

Siesta escandalosa dijo...

Recibí el mail, Mercadita. Ya estamos contactadas con Flor.

Tenés razón, Ladyta. Yo no soy de saltar. medio que macero el enojo.

Había que coser de una punta del barrote a la otra; entonces, quedaba el palito resaltado en lana. No era taaan difícil, Meki, pero yo para esas cosas soy medio UOCRA.

Viste qué buen relato el de Meki, Ladyta... No sabía que habíamos tenido una baja familiar. Hay cadáver? En el laboratorio de mi escuela había una rana disecada y otra en formol. Y un esqueleto humano que nos daba pavor. Después arreglamos lo del finde.

Todo lo que decís es cierto, federicuá. Pasa que mis enojos no son muy racionales. En cuanto al "ña, ña, ña..." va la sacada de lengua pertinente.

fed dijo...

siest, recién entendí su comentario "mejor me quedo con la tele", jajaja, qué pelotudo, estuvo bien, en estos momentos debo tener ráfagas de inspiración y comprensión.

Beso.

Anónimo dijo...

Por meterme en reiteradas ocasiones en el baño de niñas (tengo que imaginar que fue para espiar cachufletas), la directora del jardín de infantes empleó con el niño Jácher un inolvidable castigo: obligóme a formar delante de todos con una floreada pollerita.
Todavía recuerdo la vengativa risa de Luzuriaga, víctima de algunos golpes por enamorarse de las mismas minas que yo, dos cabezas arriba y, como en la actualidad, corto de palabra.

Mari Pops dijo...

no has que enojar a la nena ....

yo era mala mala mala and still

Siesta escandalosa dijo...

En estos momentos me hacen falta inspiración, comprensión, un plato de pastas y mi almohada, federicuá. 00:30 y still working.

En una de las paredes del baño del jardín de infantes había un azulejo con la inscripción: "Dios me ve". Supongo que eso debe haber infuido en mí, pero no sé cómo, Fulvio.

Los enojos infantiles son los más genuinos, mary pop.

Linda dijo...

esa charla... la maestra la habrá re cagado a pedos a la monja... ganas de desautorizar...!!!!
perdón, fui teacher.

Sweet carolain dijo...

jajja siempre hay alguna andrea, y siempre hay una "siesta" para desarmarle los moñitos, o empujarla al charco.

muy grafica la historia,

besos.

Anónimo dijo...

aaaaaapaaaaaaaaaaaaressseeeeeeeeeee rana que se te junta la gente.
beso, lady

Anónimo dijo...

no seas abandonica rana y posteate algo porque a esto ya le salieron yuyos y te lko digo en serio jjjjuuuuaaaaaa

Anónimo dijo...

Hola Siesta, tanto tiempo. Los barrotes doblados son una inintencional metáfora de la libertad!
Yo también tuve un incidente injusto una vez. Habían comprado en el colegio una chocolatada nueva que era líquida y como en casa nunca me la compraron, moría por probarla. (Era preescolar)
Cuestión que se me coló Natalia en la fila. Yo que había esperado le dije "no te colés". Ella me dijo, "me colo todo lo que quiero" y yo, ejerciendo justicia le di flor de pellizcón. Ella lloró y la maestra me terminó retando a mí. Corolario, ya de chiquita aprendí que es más condenable el enojo que las injusticia. Mi castigo, nunca llegué a probar esa chocolatada.

Jirafas dijo...

lo admito: yo era el adorado por todas las maestras, el que nunca, jamás, se portaba mal y que, precisamente por eso, aprovechaba esa impunidad para, en los recreos largos, vaciar un tarro de plasticola en alguna mochila.
dejé de hacerlo cuando vi que se había hecho flor de quilombo entre padres, directivos y maestra y estaban todos a punto de echarle la culpa a alguien más.
obviamente, nunca, jamás, nadie pensó en mí.

de todos modos, lo suyo fue un acto poético y justo; en cambio, lo mío, de hijo de puta y mal compañero.

Soy peregrinaperla dijo...

Te extraño, clau. Hoy extraño todo.

Siesta escandalosa dijo...

Ojalá que no, Linda.

Hola, Sweet Carolain! Sospecho que siempre habrá Andreas y Siestas indómitas. Después, algunas se domestican.

Un par de yuyos no le hacen mal a nadie, Ladyta. Me extraña, araña.

Hola, Celine! Sigue existiendo esa chocolatada? Deberías probarla.

Cero hijoputez la suya, Jirafas. Yo lo veo más como una reivindicación.

Y si nos vemos, Clau?

Anónimo dijo...

Obvio que no, duró lo que un pedo en un canasto esa choco!!!
En fin...

Anónimo dijo...

Estos cuentos escolares que todos tenemos se parecen mucho a Guy de Maupassant, me dan impresión.

¡Jotapé! dijo...

¿Y la tercera fue la vencida?

Siesta escandalosa dijo...

Esa chocolatada no, está bien. Pero tiene que haber alguna otra manera de contradecir la cretinada, Celine.

El que me da un poco de impresioneta es Maupassant, Emeygriega.

Jamás, Jotapé.

Anónimo dijo...

Jajajajaj, ay Siestita, si encontrase la manera de contrarrestar la cretinada!!!
Besos,
Celi (en un día dark).

Nelson dijo...

Pobre Andreíta, debe andar de terapia en terapi ahora.