domingo, 19 de octubre de 2008

Un detalle

Cuando vi que habían pasado más de diez minutos y seguía tan sola como había entrado, me acerqué y la saludé con un “hola”. Pensé que en ese ámbito, el “buenas noches” hubiera sonado muy ceremonioso. Ella sonrió, sin mirarme ni dar señales de bienvenida. Pero como tampoco parecía molesta por la compañía, le pregunté si quería un café. Dijo que no, y acompañó la negativa con un gesto chiquito. Frunció las cejas y al hacerlo, levantó una comisura de la boca.
Mientras pensaba alguna frase que aliviara el desprecio, le miré los pies. Eran gordos o estaban hinchados; se escapaban de las tiras desgastadas de las sandalias como un pan dulce mal horneado. Daban lástima. A lo mejor por eso se paraba echando los hombros tan hacia atrás, con cierta soberbia, como si esa postura compensara su pudor. Ya no me sentí tan inadecuado frente a ella.
Justo en ese momento alguien lloró en la otra sala. Fue un lamento corto, ahogado por un abrazo, que terminó en un gemido. Pensé que la gente llora raro en los velorios. Y se lo dije. Ella contestó que no me entendía, y ya no hizo falta ningún gesto para hacerme sentir de nuevo incómodo.
- Cada vez que alguien se larga a llorar, viene otro y lo consuela. Pero lo que hace, en realidad, es impedir que siga llorando. Como si molestara. Eso es lo raro. ¿Entendés?
-No.
Además de un poco fea, la chica era porfiada. En realidad, no era fea. Tenía los ojos demasiado juntos y eso hacía que su cara pareciera la de una ardilla. Hasta podía llegar a ser graciosa. Pero, decididamente, no era linda.
-Salazar era mi jefe. Uno no se imagina que va a escuchar llorar por un tipo así -insistí.
-Todos tienen alguien que los llore. Hasta los más cretinos.
Estuve a punto de preguntarle por qué estaba tan convencida de eso, pero me contuve. El recuerdo de sus pies me contuvo. Esa imagen no auguraba nada bueno.
Conocía a la familia cercana de Salazar a través de las fotos que había en su escritorio. La esposa venía de vez en cuando a la oficina, igual que el hijo mayor, que también era despachante de aduana. El menor seguía viviendo en San Luis, y estaba casado con una albina. No sabía qué relación tenía esta chica con el difunto pero, por lo pronto, no era una nieta ni alguna de las nueras. A lo mejor era la amante o una hija ilegítima. Eso explicaría que ella haya mencionado a ciertos muertos cretinos.
-¿Sos algo de losSalazar?
-No.
-¿Los conocés de San Luis?
-Vivo en Haedo, desde que nací.
-Acá nomás…
-Sí. A diez cuadras.
-El velatorio te quedaba de paso -bromeé.
Ella volvió a mirarme. Esta vez, con una expresión incómoda: como a quien le señalan una mancha en el vestido, a la que estuvo tratando de ocultar toda la noche.
-Me cuesta dormir -dijo.
-Yo nunca tuve insomnio. En mi caso sería terrible, porque me levanto a las seis de la mañana.
-Sí, es desesperante.
-¿Viste a algún médico?
-A varios. Pero llega un momento en que las pastillas ya no te hacen el mismo efecto.
-Y tampoco es cuestión de que vivas dopada… Aunque no tengas que madrugar, como yo.
-Salgo a caminar. Todas las noches paso por acá. Cuando hay gente, entro. Miro, tomo café y nadie me molesta. Es como estar en una reunión.
-¿No te pone mal este ambiente?
-Al principio. Entonces, aprovechaba y yo también lloraba. Después, una se va acostumbrando.
-Ahora entiendo por qué me miraste de esa forma cuando empezamos a hablar. No debés querer que se te acerque nadie…
-No te creas. Hay noches que vuelvo a casa acompañada.
-¿Otro rebusque para el insomnio?
-No.
En vez de mostrarse ofendida, sonrió. De vuelta se escuchó un llanto, que alguien se encargó de sofocar. Esta vez, ella no se hizo la desentendida: dijo que la gente se apuraba por consolar, y que no tenían derecho. Me gustó que tomara partido y también, que mostrara cierta indignación.
-¿Puedo quedarme con vos hasta que te venga el sueño?
A pesar de la cara de ardilla, tenía una linda sonrisa. Los dientes apretados y parejitos. La abracé por la cintura y esperé que llegara la hora de irnos.

8 comentarios:

EmmaPeel dijo...

Ay Siest! anoche casi aplico para aviso que decía "Azafata para Casa Funeraria". Pensé que me iba a servir para escribir, pero nada mejor que esto

besotes tres mishón

Au drey dijo...

Después de mi racha de junio/julio de este año (uno por semana) pensé en hacerme tarjetitas personales negras: acompañante a velorios, gran experiencia.

Paula Cautiva dijo...

Brishante... Insisto que me hace acordar a Cortazar usté, muy comportamiento en los velorios...

Siesta escandalosa dijo...

Velatorios ajenos es todo un rubro, Emma.

AJENOS, Meki. Pero muy.

Gracias, Pau. Me hiciste acordar que tengo que hacerle leer a mi sobrino la crónica cortaziana de Calcuta. ¿Está en Último Round? Después de N. Zelanda sigue viaje a la India.

lupanar dijo...

Precioso siesta! "durmieron en paz"
saludos.
Lupe.

Jirafas dijo...

muy lindo the tale.
una situación carvereana, pero escrita con tu grossitud.

besos

Siesta escandalosa dijo...

Buenísimo el subtítulo, Lupe.

Epa, Jirafas! Gracias absolutas.

Anónimo dijo...

yo te ecomentto aca pero rapido porque tengo quen leer mas arriva. te desinvernaste de repente rana? jjjjjuuuuuuaaaaa a mi me encanta cuando escribiste cosas como lo de lospies o lo de la ardiya porquer esoas cosas solamente te las pine una grosa. ves que tenes que seguir escribiendo marrana jjjjjjuuuuuuaaaaa
beso, lady